El intento de una humilde trabajadora sexual de recuperar el perdido arte del placer y el refinamiento en un mundo hambriento de significados.

sábado, 22 de agosto de 2009

La bacante

Si bien actualmente se le identifica como el dios del vino y la embriaguez, en la Grecia Antigua Dionisios era el protector de la agricultura, la fertilidad, el teatro y la filosofía. De acuerdo a sus seguidores, el alcohol dotaba a los humanos de una claridad de mente que era imposible de lograr con la mente consciente.
Uno de los ritos dedicados al dios era la bacanal, en donde se reunían varias mujeres en claros solitarios de los bosques, donde consumían alcohol y alucinógenos. Eso las provocaba a bailar desnudas y a cometer todo tipo de excesos, como el matar y devorar pequeños animales. Durante esos momentos de desenfreno, las participantes creían ponerse en cotnacto con Dionisios, Pan y otros dioses y criaturas fantásticas. De acuerdo a la tradición, una bacanal no sólo aseguraba la fertilidad de las participantes, sino que garantizaba buenas cosechas.
Si bien se aseguraba que las mujeres copulaban con los mismos dioses, faunos y espíritus del bosque, es muy probable que sólo fueran parte de la alucinación, pues sólo asistían mujeres al ritual, aunque es muy probable que hubiera varios actos lésbicos. En el Medioevo, se decía que las bacantes - nombre que llevaban estas celebrantes - solían correr frenéticas por los campos, matando y castrando a los varones que encontraban, aunque este último punto fue sólo una exageración.
No había en realidad bacantes de tiempo completo. Usualmente, cualquier pobladora podía participar sin que ello le implicara ninguna vergüenza, aunque era muy mal visto que una mujer particpara con demasiada frecuencia, pues se decía que había olvidado el sentido sagrado de la misma y dejado que sólo el placer la llevara.

domingo, 16 de agosto de 2009

La auyanime

El pueblo azteca era una civilización que consideraba la disciplina y la sobriedad como parte importante de su cultura. Los placeres y los lujos eran usualmente despreciados, pues se decía que sólo hacían más débil al hombre. Por ello, el arte culinario, el alcohol, el sexo y otras comodidades eran despreciadas, aunque tenían el arte en un concepto muy elevado.
Sin embargo, los guerreros eran una casta aparte, que tenían que llevar vidas aún más duras que las de el resto de la población. Por ello, existían un grupo de mujeres llamadas auyanimes, que servían como desahogo sexual para los guerreros, aunque esta práctica era también muy supervisada, pues existía el riesgo de que volviera complaciente al guerrero.
Una auyanime era vista como una mujer privilegiada, pues sólo se elegían a las más bellas, agraciadas y talentosas para esa labor. Eran fáciles de reconocer por los complicados tatuajes en sus piernas, que permitían que fueran fácilmente identificables sin necesidad de ser demasiado reveladoras. Si una de ellas quedaba embarazada, recibía un cuidado especial, y el niño criado como un futuro guerrero. Curiosamente, el padre quedaba liberado de toda responsabilidad, e incluso se hacía lo posible para que no se relacionara con el pequeño.
Tras de la Conquista, las auyanimes perdieron su posición de respeto, y fueron consideradas como otra prostituta más. Pero aún así, muchas auyanimes fueron consideradas como trabajadoras de lujo, pues su condición de seleccionadas sobrevivió incluso mucho después de que la tradición había desaparecido,. Las mismas desaparecieron totalmente tras de una generación, totalmente absorbidas por la cultura española.

sábado, 8 de agosto de 2009

La oiran

Para los japoneses, el sentido de disciplina y la estructura social es básico, y llega a todos los niveles, incluso al sexual. Desde prácticamente los primeros años de esta civilización, existían las llamadas yūjo, literalmente mujeres de placer, que eran básicamente prostitutas. Sin embargo, para muchos hombres nobles y adinerados, el recurrir a una mujer que quizá compartió sus favores con alguien de menor nivel social era impensable. Por ello, aparecería la oiran, prostitutas elegidas no sólo por su belleza y habilidades sexuales, sino por su cultura, conversación y talentos artísticos. La estratificación llegaba a tal nivel, que incluso entre las oiran existían las llamadas tayū, que sólo podían atender al daymio o a los nobles del shogun, incluso si el cliente pudiera pagar el costo de sus servicios. Curiosamente, aunque todas las yūjos eran vistas con rechazo, las oiran eran sumamente respetadas, al grado de que muchas de ellas llegaron a ser célebres y reconocidas, incluso a pesar de que muchos de los que las conocían nunca podrían aspirar a compartir su lecho.

lunes, 3 de agosto de 2009

La meretriz

Otro de los nombres que han perdido su significado original con el tiempo es el de la meretriz, que se ha tomado como simple sinónimo de prostituta, cuando en realidad era algo diferente, aunque no demasiado. En la antigua Roma, una meretriz era aquella mujer que buscaba casarse con nobles, patricios o gente adinerada para subir de posición, sin importar el amor. En los tiempos de la república, eran repudiadas, e incluso los hombres que se casaban con meretices eran mal vistos. Pero durante el imperio, se les consideraba mujeres exitosas - o no - según el nivel del marido que lograban. Y en los años en que el divorcio se volvió común, tanto las meretrices como sus maridos buscaban parejas más bellas, ricas, cultas o de mejor posición. Sin embargo, estas mujeres son se vendían como tal, sino simplemente eran escaladoras sociales, aunque sus encantos femeninos eran una de sus principales armas. Curiosamente, la palabra meretiz viene del latín meritum, pues ellas buscaban precisamente a los maridos más meritorios, por tener una mejor situación social y/o económica.

miércoles, 29 de julio de 2009

La hurí

De acuerdo al Qurán, todos los fieles musulmanes tendrían su recompensa al morir, en lo que llamaban el Janah, o Paraiso. Los elegidos tendrían ahí los más finos manjares, los palacios más lujosos, el agua más fresca y, sobre todo, la presencia de la huríes. De acuerdo a esta creencia, se trataba de mujeres perpetuamente vírgenes, increíblemente bellas, que estarían al servicio de los justos. Si bien los modernos imanes las interpretan como símbolos de la eterna bienaventuranza, muchos lo interpretaban literalmente, partiendo del hecho de que el Qurán aseguraba que todos sus deseos serían cumplidos. En ese entendido, muchos fieles las toman como esclavas sexuales literales, y la virginidad perpetua entendida como eternamente renovada después de cada relación. Este símbolo ha sido motivo de discusión entre los diversos exégetas musulmanes, que si bien han llegado a un acuerdo de naturaleza más sublime, no han podido evitar que los creyentes le den una explicación mucho más terrenal.
Y curiosamente para una sociedad tan machista como la árabe, las mujeres también tenían una recompensa equivalente, hombres eternamente célibes y de belleza inigualable, que se llamaban ghilmanes, aunque no se entraba en tanto detalle en cuanto a ellos que con las huríes.

miércoles, 22 de julio de 2009

El tantra

Este es quizá uno de los conceptos más malentendidos de la historia. En su forma primitiva, el tantra es una forma de hinduismo, que busca la relación del individuo con el todo - en este caso, con Shiva - por medio de la meditación, y la comprensión de las relaciones del individuo con todo lo que le rodea. Entre decenas - algunos mencionan cientos - de ejercicios tántricos, se encuentra el llamado maithuná, que busca la comprensión del sexo opuesto por medio de la unión sexual, que es una de las formas de entender nuestra relación con ese otro. La cultura occidental ha tomado únicamente este último aspecto, basando tódo el tantra en el mismo, ignorando que la doctrina como tal es un ejercicio mucho más amplio, y como tal, más complejo.
Esto no significa, de ninguna forma, que la práctica del tantra sexual - o neotantra, que es su nombre correcto - sea perjudicial, ni mucho menos. Realmente uno puede alcanzar niveles muy altos de conocimiento de la pareja y de uno mismo por medio de estos ejercicios, aunque lo importante sería no perder de vista que se trata sólo de una parte de una disciplina mucho más compleja de la que nos han presentado.

martes, 14 de julio de 2009

El súcubo

Durante el Medievo, se hablaba de una suerte de demonio o espíritu llamado súcubo. Estos eran series inmateriales, que no tenían forma definida, pero que eran capaces de entrar en la mente de un hombre, y de ahí, tomar la imagen de la mujer ideal o la que más deseaban. Estos seres, en sueños, adquirían la apariencia de la referida mujer y tenían contacto con el varón mientras dormía, lo que interpretaba como una ensoñación. De acuerdo a la tradición, los súcubos absorbían la fuerza vital de su víctima por medio del semen, por lo que alguien afectado por tales criaturas se tornaba débil y apático rápidamente, aunque un súcubo no podía llegar a matar. Una variante de la leyenda asegura que un súcubo es espantoso, y que gracias a esa habilidad de alterar su forma es que puede conseguir parejas. Sus víctimas principales eran siempre jóvenes vírgenes y virtuosos, o maridos fieles. Al parecer, era un símbolo de la mujer como la seductora, y la responsable de la perdición de los hombres.

miércoles, 8 de julio de 2009

La hieródula

Dentro de la antigua religión mesopotámica, el sexo era visto como un símbolo de la fertilidad, algo muy importante en una civilización que se desarrollaba en el desierto. Por ello, la diosa Ishtar, la deidad de las cosechas, era también del amor y la sexualidad. Esta diosa tenía un grupo de sacerdotisas cuyo nombre oríginal se ha perdido, pero se les reconoce por el nombre que les dieron los griegos: hieródulas.
De acuerdo a la creencia mesopotámica, todas las formas de fertilidad estaban interrelacionadas, por lo que el sexo, realizado correctamente y en forma ritual, aseguraba buenas cosechas y rebaños fuertes. Por ello, los fieles que acudían a adorar a Ishtar usualmente tenían que tener contacto sexual con las sacerdotisas, aunque había todo un proceso y ritual que separaba esa cópula sagrada de la destinada al placer. De esa forma, se aseguraba que la deidad tuviera la adoración que merecía.
Dado que el piel debía de dejar un tributo al templo tras del ritual, las hieródulas han sido llamadas - incorrectamente - como prostitutas sagradas. En realidad, ellas no cobraban por la cópula como tal, y si bien existía el placer, pues era parte importante de la ceremonia, ese no era el fin último, sino simplemente un reflejo de la relación mística entre todas las formas de creación de vida. Estas mujeres, por su misma condición, eran tenidas en gran estima y respeto. Sólo aquellas de probada integridad, belleza e inteligencia eran aceptadas, aunque anualmente eran cientos las que trataban de ser admitidas. El entrenamiento se iniciaba desde muy temprana edad, pero sólo participaban en las ceremonias sexuales a partir de su primera menstruación, que se consideraba como la señal de que estaban listas. Muchos de los detalles de su vida, las características exactas de los ritos y los posibles hijos engendrados por tales prácticas se han perdido en los tiempos.

viernes, 3 de julio de 2009

Los ch’giga

En la antigua China, más exactamente en la dinastía Chou (Año 100 Aproximadamente), era común la publicación de catálogos de posturas sexuales, técnicas y otras prácticas. Estos libros tenían un doble objetivo: permitir que las parejas se relajaran y sintieran en ánimo durante la noche de bodas, y sugerir una serie de posibilidades para que los mismos pudiesen enriquecer su vida sexual. Recordemos que se trata de una época en la que la imprenta aún no existía, y gran parte de estos libros eran ilustraciones hechas a mano, coloreadas con gran cuidado, por lo que no eran obras al alcance de cualquier persona. Usualmente, se consideraban como un excelente regalo de bodas entre familias pudientes, aunque ciertas concubinas que alcanzaban un cierto nivel de reconocimiento por parte de sus amantes, recibiendo alguno de ellos por su “talento”.

Estos libros eran conocidos como Ch’giga, que bien podían traducirse como libros de almohada o de novia, como mencionamos anteriormente. El término libro, en si, no es muy preciso, pues no se trataba de ejemplares encuadernados. Dado que se trataban de piezas artísticas, cada uno de ellos eran distintos, aunque con un mismo objetivo. Algunos eran sobres de seda y papel finamente decorados, en donde se guardaban los grabados de forma suelta. Otros podían encontrarse como rollos, o incluso en una suerte de carpetas, en donde cada grabado estaba atado con cintas de seda, cubiertos por tapas de madera laqueada. Aunque existían algunos muy parecidos unos otros, la gran mayoría de ellos son piezas únicas.

Los Ch’giga de tiempos de los Chou eran acuarelas o dibujos realizados de forma independiente, coloreados a mano y con un cuidado enorme en cuanto a la estética. Anatómicamente, no eran especialmente precisos, aunque esto era más bien por la conceptualización artística de la época que por defectos de elaboración. Las piezas tenían un especial cuidado en el dibujo de los paisajes, habitaciones, vestuario y, en general, todos los detalles alrededor de la pareja representada. Sin embargo, dado que eran principalmente instructivos, no se detenían tampoco en representar el acto sexual en toda su extensión, permitiendo que quienes lo vieran pudiesen ensayar cada una de las posturas, prácticas y técnicas. De la misma forma, los mismos incluían poemas eróticos o pequeños textos, pensados más bien para crear el ambiente que como verdaderos manuales.

Al inicio de la Dinastía Han (230 aprox.) con la popularización del grabado comenzaron a aparecer los primeros Ch’gigas “populares”, ya con formas menos elaboradas, pero que aún así conservaban mucho del valor estético de los anteriores. Por primera vez, estos libros estaban al alcance de personas no tan acaudaladas, lo que provocó un verdadero auge. Esta situación ha hecho pensar a muchos, erróneamente, que esta práctica se inició en la época Han, lo cual no es exactamente correcto. Otro cambio importante fue el hecho de que los Ch’gigas dejaron de ser materiales exclusivamente sexuales, sino que comenzaron a tener otro tipo de contenidos.

martes, 30 de junio de 2009

La odalisca

Como mencionamos en la entrada sobre el harem, en estas secciones del palacio no podían entrar hombres, por lo que la servidumbre era muy importante. Para ello, existían esclavas llamadas odaliscas, que cumplían todo tipo de funciones, desde limpieza, arreglos de la casa, vestuario o entretenimiento. Usualmente, la vida de estas mujeres era monótona y sin futuro, pues estaban condenadas a envejecer y morir realizando estas labores. Sin embargo, muchas de ellas encontraron una salida: En caso de que alguna de ellas llegara a quedar embarazada del señor del palacio, automáticamente era elevada al nivel de concubina, lo que les daba más privilegios. Por ello, las odaliscas solían convertirse en seductoras autodidactas, buscando esta oportunidad para mejorar su nivel de vida. De hecho, la fama con la que se les conoce actualmente, de consumadas bailarinas y expertas seductoras, no era su función verdadera, sino parte de ese intento por "ascender".

sábado, 27 de junio de 2009

La kisaeng

Enclavadas más dentro de la tradición de las geishas, la kisaeng fueron parte importante de la cultura coreana hasta principios del siglo XX. Usualmente eran mujeres de castas bajas, que trabajaban para el gobierno como especialistas en entretenimiento. Aunque su labor era asistir a funcionarios, militares y otros miembros de las élite en sus tiempos libres, proporcionándoles todo tipo de diversiones.Si bien no eran propiamente prostitutas - eran educadas en música, poesía, actuación, conversación y otras disciplinas artísticas - su condición social las ponía en grave desventaja. Era muy común que la gente con quienes trabajaban les exigiera servicios sexuales, aunque éstos no eran parte de sus obligaciones, siendo una práctica tan común, que en muchos casos se daban por sentado. Curiosamente, a finales del siglo XIX, cuando las condiciones de la mujer cambiaron, la función de la kisaeng volvió a su práctica original, pero algunas de ellas, aprovechando la fama que generó las anteriores costumbres, comenzaron a ofrecer sus servicios como prostitutas, lo que ocasionó serios roces con las que buscaban reivindicar la profesión. A la fecha, existen aún kisaeng profesionales, pero son más bien actrices que buscan mantener viva la tradición, y el sexo está completamente fuera de su trabajo.

martes, 23 de junio de 2009

La hetaira

La prostitución ha existido desde tiempo inmemorial, pero lo cierto es no todas las civilizaciones le han dado la misma connotación al oficio. En la Antigua Grecia, por ejempllo, las hetairos eran usualmente esclavas o extranjeras, que servían como acompañantes sexuales para los hombres libres, que eran prácticamente todos los ciudadanos. Estas mujeres eran las únicas que podían recibir educación, algo que estaba prohibido incluso a las de más alto rango. Lo que es quizá más asombroso, es que podíana estar presentes en los simposiums, reuniones políticas exclusivas para los varones. Si bien sólo tenían voz, pero no voto, sus opiniones llegaron a ser muy valiosas, y se dice que ellas influenciaron muchas decisiones históricamente importantes. A nivel social, se les veía como proveedoras de un servicio básico, por lo que estaban agrupadas en uniones, tenían que pagar impuestos, y estaban sujetas a todas las protecciones de la ley, siendo las únicas mujeres que podían hacerlo. De una manera bastante injusta, hetairos acabaría convirtiéndose en la palabra hetaira, que actualmente se usa para llamar a las prostitutas de bajo nivel. Así es de injusta la historia.

sábado, 20 de junio de 2009

La geisha

Durante varios años, la palabra geisha designaba en Japón simplemente a los profesionales del entretenimiento, cuya labor principal era cantar, tocar música y ejercer todo tipo de artes serias en fiestas y reuniones. Sin embargo, durante el periodo Edo, los hōkan - geishas masculinos . comenzaron a declinar, mientras que las onna geishas, o geishas femeninas, se hicieron más populares. Al inicio del periodo Meiji, la palabra se usaba exclusivamente para nombrar a las mujeres dedicadas al entretenimiento.
Contra lo que se piensa, la geisha no es una prostituta: Su labor es servir como anfitriona y para el esparcimiento de los clientes. Son contratadas para fiestas y reuniones desde aquellos años hasta la actualidad, y tienen un código de conducta y tradición muy bien codificado, en donde detalles como el vestuario, los movimientos y la manera de dirigirse a los clientes tienen un método preciso. Existen casos de geishas que se convierten en amantes de un danna - cliente frecuente - pero esos casos son los menos. En realidad, la fama se vino de las onsen, de las que ya hablaremos en otro momento. La geisha, básicamente, es parte de un cultura en donde los ritos y la estética están presentes en todos los aspectos de la vida.

jueves, 18 de junio de 2009

La cortesana

Si somos precisos, una cortesana significa simplemente la que forma parte de una corte, y originalmente ese era su significado. Si bien en los palacios de los grandes señores feudales existían criados para prácticamente todas las necesidades, usualmente eran de clase muy baja y demasiadas ocupaciones. Por otro lado, las personas al nivel de los señores solían tener sus propios palacios, muy alejados entre ellos, a los que sólo veían en ocasiones especiales. Ante esa circunstancia, uno de los principales problemas de estas personas era la compañía, y fue esa necesidad la que provocó la aparición del cortesano.
Inicialmente, era gente que tenía trabajos cercanos al señor, como valets, asistentes, damas de compañía o consejeros. Pero dado que en aquel entonces los matrimonios de los nobles eran por arreglos entre casa señoriales, no era raro que la cercanía generara romances y "entendimientos" muy discretos, que eran más comunes por la diaria cercanía. Muchos cortesanos se hicieron célebres por la influencia que llegaban a tener entre los monarcas, ya sea gracias a su cercana amistad o abiertos romances. Pero como siempre, el sexismo se impuso: Aunque esta conducta se daba en ambos sexos, sólo en la mujer el término cortesana se convirtió en sinónimo de amante o prostituta de personas de alto nivel.
Dado que estas mujeres no estaban sujetas a las labores matrimoniales, usualmente tenían tiempo de leer y estudiar, por lo que muchas de las grandes cortesanas eran damas cultas, refinadas y de gran sentido estético. Incluso aún a principios del siglo XX, eran muchas las casas reales en donde había más de una de estas mujeres, cumpliendo las más diversas labores.

El harem

En los tiempos de mayor gloria del Imperio Otomano, las mujeres de una casa - hijas, esposas, madres etc. - solían tener habitaciones separadas, a donde sólo el señor de la casa era el único varón que podía entrar. De hecho, es falso que el harem fuera sólo el lugar de placer del señor, aunque gran parte del mismo lo fuera. Muchas de las parientes femeninas tenían ahí sus propios cuartos, y tenían por tanto una autoridad sobre las demás mujeres totalmente incuestionable.
Los hijos varones de las esposas eran conservados dentro del harem hasta los 11 años aproximadamente, cuando pasaban a ocupar un espacio dentro de las habitaciones masculina, aunque estaban autorizados a visitar a sus madres con el permiso paterno. Del mismo modo, en ciertas celebraciones especiales era permitido que varones y mujeres compartieran el mismo espacio, aunque era rarísimo que todas las miembros de un harem salieran al mismo tiempo.
De hecho, el nombre de harem lo recibían las habitaciones de las mujeres, pero con el paso del tiempo, la palabra se usó para nombrar al conjunto de las mismas, o cuando menos así pasaron al lenguaje occidental.
Debido a esa limitante, sólo eran admitidos dos tipos de sirvientes en el harem: Las odaliscas, que eran asistentes femeninas de las mujeres del hogar, y los eunucos, a los que se les extirpaban los genitales desde niños para servir ahí. Teóricamente, al no tener sus órganos nominalmente no eran varones, por lo que podían cumplir sus obligaciones sin temor a romper las normas. Es también falso que fuesen castrados para evitar la infidelidad, aunque más de un señor veía esa ventaja como un valor agregado.
Las odaliscas, por su parte, fueron creciendo en cuanto a funciones y papel dentro de esta estructura, pero sobre eso hablaremos en otra ocasión. Y de ustedes, queridos amigos y amigas ¿Quién hubiera querido estar en un harem?

martes, 16 de junio de 2009

Los pushura artha

De acuerdo a la antigua tradición erótica hindú, todo ser humano, para llegar a su realización como persona, tenía que cumplir cuatro metas, llamadas las pushura artha. De acuerdo a esta filosofía, el individuo requiere de un equilibrio para alcanzar la felicidad, y eso sólo se conseguía cultivando los cuatro aspectos del yo.

Dharma: La religiosidad y el comportamiento moral. Este aspecto abarca la religión, el cultivar las virtudes y el obrar correctamente hacia los demás. Es también el aspecto del placer estético y artístico.

Artha: Los placeres materiales. Abarca desde la necesidades básicas como la comida, la habitación y la ropa, aunque permite la búsqueda del lujo, siempre y cuando no entre en conflicto con los demás pushuras.

Kama: El placer sensual. Aquí se contemplaba no solo el sexo, sino el romance, la compañía, el contacto físico y todo lo relacionado con la relación de pareja.

Moksa: La liberación del dolor y la penuria, en donde englobaban la salud tanto física como mental, y el buen estado del organismo.

Para el hinduismo, el sexo no sólo no era un pecado, sino lo consideraban necesario para el crecimiento personal. Pero como ellos mismos sostenían, era parte de un todo, no lo único ¿Cómo estás tú en cada uno de tus pushuras?